Gricel y Contursi |
Que el
tango es una síntesis musical de amor y pasión no es extraño para los amantes
del género, solo que pocos tangos reflejan este sentimiento en forma tan
expresiva como "Gricel", compuesto por Mariano Mores, que José María
Contursi -Katunga para los amigos-, dedicara al gran amor de su vida: Susana
Gricel Viganó.
Gricel
había nacido en el porteño barrio de San Cristóbal, viviendo posteriormente en
la ciudad cordobesa de Capilla del Monte, en las serranías de dicha provincia.
No fue
fácil la vida de Gricel en Capilla del Monte. Lejos de sus amigas. Pero la
monotonía a menudo es quebrada por el destino. Así fue que un día recibió una
carta de sus grandes amigas, Nelly y Gory Omar, quienes la invitaban a pasar
unos días en Buenos Aires. Gricel no dudó. Hizo aprisa sus valijas y tomó el
tren que la llevaría a un destino de amor y llanto.
Los
días de Buenos Aires fueron pocos pero vertiginosos. Gricel y su madre fueron a
presenciar la actuación de las hermanas Omar en Radio Stentor, las que le
presentaron a un joven y engominado locutor que se presentó formalmente: José
María Contursi, dijo él. Gricel, contestó ella. Sin sospechar que comenzaba a
elaborarse uno de los tangos más sentidos y románticos.
Su
regreso a Capilla del Monte mostró a una Gricel distinta. Comenzaba a desafinar
en el piano, saludaba a los colectiveros con la mirada distante y contemplaba
las hermosas puestas de sol con profundos suspiros. Corrían los años 1935 y
1936. En ese entonces ganó todos los concursos de belleza que se realizaban en
las sierras de Córdoba, pero la banda de "Miss" no alcanzaba y los
suspiros proseguían.
Fue
entonces que el destino dio otro golpe: en 1938 acosado por una fiebre
intestinal y sin antibióticos, Contursi recibió el clásico consejo médico de
aquellos años: los aires de las sierras de Córdoba. Las hermanas Omar le
dijeron entonces: «¿Te acuerdas de Gricel? Vive en Capilla del Monte, en plenas
sierras cordobesas».
Hacia
allí partió Contursi dejando en Buenos Aires a su esposa Alina Zárate y a una
hija del matrimonio, llevando consigo no solo su enfermedad sino también su
afición por las faldas femeninas. Egidio Viganó resultó impotente para impedir
el romance entre su hija y un seductor "de academia". Así regresó
Katunga a Buenos Aires, luciendo una nueva estrella en su bandera de seductor y
tal vez canturreando: "Yo anduve siempre en amores, qué me van a hablar de
amor".
Pero
se equivocó rotundamente. Ignoraba que al poco tiempo clamaría: "¡Qué
ganas de llorar en esta tarde gris!".
Al
poco tiempo necesitó regresar a Capilla del Monte inventando otra fiebre
intestinal que obligó a su esposa a derramar llanto por mera intuición
femenina. Fue la oportunidad en que Contursi se entregó de lleno al desenfreno
amoroso que lo impulsó a escribir tantas letras de tango. Finalmente un día
tuvo que optar, y como hombre cabal volvió al lado de su esposa con intestinos
sanos pero con el corazón destrozado al igual que Gricel, quien vio partir el
tren destruida en sus afectos pero jurando no llorar nunca más.
Luego
vino un epistolario amoroso que presentaba una marcada diferencia: las cartas
que llegaban de Buenos Aires estaban impregnadas de profunda tristeza; las que
partían desde Capilla del Monte lo eran con letra firme. Esto fue así hasta que
un día, llegó una carta con la letra de "Gricel".
Todo
cambió y Gricel comenzó a ser llamada: "Gricel, la del tango", pero
Gricel no quería llorar pese a su desventura y se propuso recomponer su vida.
Así
fue que conoció a Jorge Camba con el que contrajo matrimonio en 1949. Tuvieron
una hija, Susana Jorgelina, pero hubo un problema: Camba también era afecto a
las faldas y la abandonó en uno de sus frecuentes viajes al Chaco.
Gricel
tampoco lloró.
Un día
del año 1962 llegó a Capilla del Monte el célebre bandoneonista cordobés
Ciriaco Ortiz. Le traía la noticia de la viudez de Contursi, jurando que no era
emisario de nadie. También le transmitió que su gran amor sólo encontraba
consuelo en el alcohol que consumía en la confitería El Molino. Gricel partió
en el ómnibus rumbo a Buenos Aires. Se encontró con su gran amor en esa
confitería. Contursi con su clásica apostura, traje gris, tiradores, luciendo
canas y el aroma de la colonia Giesso. Gricel de la mano de su hija Susana.
A partir
de ese momento Gricel viajó permanentemente a Buenos Aires alojándose en la
casa de Contursi
Pero
una constante en la familia Contursi seguía presente: el alcohol, con el
consecuente deterioro de la salud de Contursi. Fue entonces cuando Gricel tomó
la decisión: "Nos vamos a Capilla del Monte". Pero el whisky queda
aquí. Gricel y Contursi volvieron a Capilla del Monte a disfrutar las puesta de
sol sin obstáculo alguno.
El
momento anhelado por Gricel y Contursi llegó el 16 de agosto de 1967,
oportunidad en que en el folio 275, libro III, el párroco César Emilio Ferreira
dijo:
«El
día 16 de agosto de 1967, el infrascripto Párroco de Capilla del Monte en la
Capilla de las Hermanas Cabrini, requerido y obtenido el mutuo consentimiento,
unió en matrimonio a Don José María Contursi, de 56 años de edad, viudo de Doña
Elina Zárate, con Doña Susana Gricel Viganó, de 47 años de edad, de estado
soltera».
(Una
aclaración documental: Gricel contrajo matrimonio con Camba únicamente por
casamiento civil. Para la Iglesia permanecía soltera.)
El
matrimonio duró cuatro años y nueve meses. El 11 de mayo de 1972 Contursi
abandonó el tango y este mundo. Lo hizo en brazos del novio de Susana, Gricel
lo había acompañado hasta el día anterior pero presintiendo el desenlace no
quiso llorar.
Aquí
les dejo esa versión:
Fuente: Todo tango
2 comentarios:
me encantó la historia y el tema este es muy lindo. La versión que mencionás y está adjuntada es preciosa!.
Congrats!!
Letibp
Sophie:
Gracias por pasar! y por tus palabras!
Siempre me gustó esta canción y al conocer la historia real detrás de ella me asombró!
Esta sí que fue una historia de amor, casi de novela... qué lindo que al fin terminaron juntos...
Muchas gracias por pasar, volvé cuando quieras.
Besos, Lau
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